El 28 de diciembre
hubo una aparición extraordinaria de la Virgen en la Colina de las Apariciones
de Medjugorje por medio del vidente Iván. Ante innumerables fieles, la Virgen
dio el siguiente mensaje que explica por sí mismo, el mensaje de Jesús infante
del 25 de diciembre.
“Queridos hijos,
también hoy deseo invitarlos a la alegría. Los invito de nuevo a la alegría. Al
mismo tiempo los invito a la responsabilidad. Queridos hijos, acojan
responsablemente mis mensajes y vivan mis mensajes, porque viviendo mis
mensajes deseo conducirlos a Mi Hijo. En todos estos años en que he estado
junto a ustedes, mi dedo señala a Mi Hijo, a Jesús, porque deseo entregar a
todos ustedes a Él. Por lo tanto, durante los días siguientes, su tarea es
plantearse la siguiente pregunta: “¿Qué puedo hacer para que mi corazón esté
más cerca de Jesús?”; “¿qué debo abandonar, que debo rechazar para que mi corazón esté más cerca de Jesús?” Queridos
hijos, Yo oro por todos ustedes para que vuestra respuesta sea: “¡Deseo estar
cerca de Jesús! ¡Gracias queridos hijos, porque también hoy han respondido a mi
llamada y han dicho “SI”!”
Al final la Virgen
oró por los sacerdotes y las vocaciones de la Iglesia.
El mensaje de este
28 de diciembre profundiza y esclarece el de la Navidad, y despeja la
incertidumbre de que la Madre continuaría apareciéndose sola o en compañía de
Jesús. El mensaje se puede dividir en 3 partes.
1. Invitación a la alegría
La Navidad es por
excelencia la Fiesta de la alegría pero lo cierto es que muchos fieles no viven
esta virtud, probablemente, porque en lugar de acudir a Jesús sabiendo que sólo
Él es la fuente de la verdadera alegría, insisten en buscarla por otros medios.
Cuando la Virgen dice: “hoy deseo invitarlos a la alegría. Los invito de nuevo
a la alegría” es otra manera de invitar a sus hijos a poner a Jesús en el
primer lugar del corazón, porque cuando Jesús reina en el corazón reina la
alegría, reina la paz y reina el amor. Pero eso no significa que no se tenga que
luchar a cuanto se opone a la alegría, porque inclusive el combate puede
aumentar, y quizá por ello la Virgen invita a vivirla. Por lo tanto, para vivir
la alegría también hay que saber combatir las oposiciones que pudieran venir,
porque Dios quiere que el ser humano sea feliz y los santos han dado ejemplo de
ello, al punto que se pudiera afirmar que las personas más felices de la tierra
han sido precisamente ellos, y si imitamos los santos, también podemos ser
felices, porque santidad y felicidad son sinónimos: sin alegría no hay santidad
y sin santidad no puede haber alegría. Jesús dijo: “Felices los mansos, felices
los humildes, los de corazón puro, los misericordiosos, los que trabajan por la
paz”. De esta manera, Jesús reveló que el secreto para ser feliz, está,
precisamente, en el evangelio. Hoy muchos no lo saben y por eso el cristiano lo
debe recordar con el ejemplo de su vida. Por tanto, al inicio del año hay que
abrir el corazón y pedir el Espíritu Santo, para que del mismo modo que hizo a
Jesús alegre en este mundo, nos haga alegres a todos y podamos decir como
María: “mi espíritu se alegra e Dios mi salvador”.
2. Invitación a vivir responsablemente los
mensajes.
También la Madre ha
enfatizado una vez más la importancia de tomar con seriedad sus mensajes. Con
seguridad, podemos afirmar que al observar desde el Cielo a sus hijos se da
cuenta que muchos no responden como deben. No está de más resaltar una vez más,
que la Virgen no desciende cada día del Cielo a la tierra a hacer turismo o porque
no encuentre ocupación en el Paraíso. Recuérdese que desde el principio de las
apariciones hizo referencia a que Dios la había enviado para ayudarnos e
interceder extraordinariamente por la paz del mundo, la reconciliación de la
humanidad y llenar de fervor a la Iglesia.
Por tanto, permanecer indiferente a las llamadas de la Virgen es
permanecer indiferente a los signos extraordinarios que el mismo Dios envía
para ayudarnos. Hace 31 años la Madre dijo: “Tomen en serio mis mensajes y
sepan que Dios no juega con la humanidad.” Por tanto, vivir responsablemente
los mensajes significa decidirse por la paz, por el amor, por la reconciliación
de los hombres y tomar cada día la corona del Rosario en mano —por lo menos
tres veces—. También significa acudir diariamente a la Eucaristía, leer y
meditar la Sagrada Escritura, ayunar los miércoles y viernes a pan y agua, y
practicar la Confesión mensual. También abrirse a la oración comunitaria
—grupos de oración— y sobre todo: trabajar con responsabilidad en la conversión
personal, que para María es el mensaje más importante. Por otro lado, hay que
estar pendiente cada mes de lo que la Madre volverá enfatiza, como por ejemplo:
el amor al prójimo, la paz del corazón, la virtud de la pureza, de la alegría,
de la fe, de la esperanza…
3. Entregar el corazón a Jesús y vivir junto
a Él.
La tercera parte
del mensaje es la más importante y expresa la razón de la venida de María: que
los fieles permanezcan junto a Jesús y que liberen el corazón de cuanto pueda
ser obstáculo para ello. La Virgen propone, por medio de dos interrogantes, un
pequeño programa o ejercicio de introspección, como un análisis serio de
discernimiento a fin de purificar la voluntad y decidirse por la santidad. La
primera interrogante está en función de cuanto humanamente se puede hacer para
que el corazón esté siempre cerca de Jesús. Y la segunda, conlleva a liberar
las ataduras de cuanto impide vivir en plenitud la conversión.
Como cada ser
humano es diferente, la pregunta se la debe formular cada uno, a fin de
descubrir que impedimentos reales impiden vivir la santidad en plenitud. En
algunos pudiera ser la falta de disciplina espiritual, o de motivaciones
causadas por la falta de oración, la poca vida espiritual, el activismo o la
vida de pecado. Pero en otros pudiera ser la falta de decisión personal por
Jesús y su proyecto de vida, que se acentúa por las crisis existenciales, los
escándalos de la Iglesia, o quizá la vida materialista, consumista o hedonista…
No obstante, lo fundamental es que cada cual se interrogue a sí mismo ylas
fiestas de inicio de año no deben distraer esta llamada.
La Madre termina el
mensaje pidiendo que sus hijos oren por esta intención al momento de asegurar
Ella su oración para que la respuesta de sus hijos sea determinante.
P. Francisco Á.
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